Una joya histórica rodeada de murallas medievales que abrazan su encanto.
Sus calles adoquinadas serpentean entre edificios de ladrillo y casas con fachadas coloridas que parecen surgir de un cuadro renacentista. El casco antiguo es un remanso de tranquilidad, con plazas adoquinadas que albergan cafés y tiendas de artesanía. La Catedral de San Martín, con su esplendor gótico, se yergue como un faro espiritual en medio de la ciudad. Pero lo más impresionante son las imponentes murallas, que rodean Lucca y se han convertido en un paseo arbolado con vistas panorámicas.