Un lago de belleza serena y legendaria, una joya natural y cultural que encanta a los viajeros con su aura de misterio y espiritualidad.
Rodeado de montañas escarpadas y densos bosques, es el cuarto lago más grande de Escocia y un refugio para la vida silvestre. Su atracción más icónica es la Isla de Maree, que alberga el "árbol de santidad", cubierto de ofrendas tradicionales escocesas. Las aguas cristalinas reflejan un paisaje de una belleza inigualable y ofrecen oportunidades para la navegación, la pesca y el avistamiento de aves. La tranquilidad del lago y su entorno pintoresco lo convierten en un lugar propicio para la contemplación y el escape de la vida moderna.